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    marzo 29, 2024 | 9:38

    Prensa vendida y zalameros profesionales

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    Estamos a un paso de ingresar al terreno de la ‘jodidez’. Es decir a una condición de ‘jodidos’, en grado superlativo. Y para entender el idioma español esa dura palabra se interpreta como la condición de una sociedad “maltratada”, “dañada”, “fregada”, “maltrecha”, “enferma”, “pobre” y “en mala situación económica”.

    Existe una jodidez simple, medible de acuerdo al ingreso de las familias, catalogada como pobreza extrema, alimentaria y patrimonial. También existe una jodidez ampliada, no necesariamente incluida en los informes de las instituciones que miden los niveles de pobreza.

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    Incluso, un individuo puedo estar ‘jodido’ si concluidos los estudios de posgrado no hay modo de desarrollarte profesionalmente.

    Nos jode la falta de servicios de salud, pero también te maltrata una supuesta universalidad del servicio de salud público que es insuficiente.

    Te friega ser víctima de tus propios familiares, como te jode la violencia de la delincuencia o la práctica fraudulenta de ciertas empresas privadas.

    Ante este panorama incierto, frente a un Juárez acabado por la violencia, sumido en la más aberrante corrupción de quienes la gobiernan, ahora se quiera aparentar que vivimos en un panorama de justicia y paz, de crecimiento económico.

    Qué venga López Obrador y haga un foro ciudadano para que los electores le digamos cómo enfrentar el problema de Seguridad Pública, no es suficiente para que la inseguridad se acabe.

    Desde que ganó AMLO hasta hoy, la violencia sigue desatada en Juárez, sin que los cuerpos policiacos puedan poner orden o detener la ola criminal que nos asfixia.

    El 1 de diciembre, cuando López Obrador ingrese al poder, estaremos ahogados en estadísticas aterradoras, como estamos cada mes. La policía se ha especializado más en contar los muertos que en frenar los homicidios.

    Resulta absurdo lo que no está pasando en el Estado de Chihuahua y particularmente en Ciudad Juárez. ¡Cuánta jodidez! Después de una elección tan costosa y tan concurrida, los ciudadanos fronterizos estamos a punto de ver un capítulo más de la estupidez oficial que será el preámbulo para acabar con el esfuerzo y decisiones de una comunidad que se esforzó el pasado 1 de julio para elegir a sus gobernantes y legisladores.

    Ahora Juárez está bajo el escrutinio de cinco magistrados del Tribunal Estatal Electoral sobre los que se cierne la sospecha de favoritismo y corrupción.

    Frente a esta realidad, el rijoso gobernador del estado, Javier Corral Jurado y el remedo de alcalde que tenemos en Juárez, no entienden la verdadera problemática que nos aqueja.

    Aquel famoso grito de guerra “si no pueden renuncien”, se ahoga en la voracidad, en la estulticia, en la visión distorsionada de un par de gobernantes que no viven su realidad, por el contrario deambulan en su propio mundo.

    Nuevamente, el gobernador Corral utilizó a su patiño de cabecera, Carmen Aristegui para destilar el veneno innecesario que, en lugar de ayudar, distanciará la relación con Andrés Manuel López Obrador, al que Javier Corral le ofrenda una buena relación pero sin sometimientos y pensando en Chihuahua.

    El gobernador sostiene que se debe hablar con franqueza con los presidentes “en un plano civilizado” y añadió: “para nadie es desconocido las diferencias que tenemos y algunas van a prevalecer, pero eso no significa que no dialoguemos”.

    Dijo que él (López Obrador) lo sabe y muchos lo saben: “yo no me voy a andar sometiendo a los presidentes, no se trata de eso. Hay que hablar con los presidentes con franqueza, pero por supuesto, en un plano civilizado”.

    Los críticos de Corral refirieron que el gobernante chihuahuense tiene la peculiaridad de ajustarse a las circunstancias políticas, como los camaleones que cambian de color en un extraordinario mimetismo que lo ubica en la izquierda y en la derecha y que se adapta a las circunstancias.

    Frente a López Obrador, el gobernante Corral fue cortesano y entreguista; zalamero y pobre en argumentos políticos. A sus espaldas, explica en el escenario de la prensa que le conviene, la de sus amigos y amigas, lo que a su ver ocurrió en el encuentro en Ciudad Juárez.

    “Por supuesto que iba a recibirlo en el aeropuerto como lo hizo, porque me pareció importante por el tema en torno a la seguridad pública, donde Juárez es una de los escenarios más lacerados”, explicó en los micrófonos que le abrió su periodista predilecta.

    Recordó que en los dos años que lleva de Gobernador, el presidente Peña Nieto no ha visitado al estado para nada, incluso se giró la instrucción hacia todos los secretarios, con excepción del secretario de Salud, José Narro, quien acudió a la inauguración de la Unidad de Hemodinamia. Mientras que López Obrador, apenas siendo electo, ya vino a Chihuahua para tratar uno de los temas que son cruciales para el estado.

    “Yo correspondí al tono de buen plan y eso es todo, para nadie es desconocido las diferencias que tenemos, pero yo lo que quiero es tener una buena relación con el próximo gobierno”, concluyó.

    Las exclusivas periodísticas se ganan cuando hay oficio periodístico. El oficio no es la fórmula mágica del ‘abracadabra’ que se obtiene a través de un conjuro o por osmosis; se logra a través del tiempo y de participar en redacciones sanas, donde participen periodistas de adeveras.

    El oficio es el resultado de la libertad de expresión en todo su esplendor; solo se obtiene cuando los directores y dueños de medios de comunicación están abiertos a los esquemas de redacción comprometidos, donde prevalece la razón, la ética y el bien común. Todo lo demás es basura.

    Los remedos de reporteros que se están formando en universidades y redacciones patito, nos dan una idea clara del destino del periodismo. A la prensa escrita no la está matando el Internet, sino periodistas sin oficio, auténticos trúhanes de la pluma que se han apoderado de la profesión más noble y comprometida del mundo.

    El periodismo, aunque les duela a muchos, es la profesión que enarbola la verdad, cualquiera que sea su origen. Por desgracia, los ‘modelos triunfadores’ de negocios dedicados a la comunicación, integraron en sus filas a esa nefasta generación de tecnócratas que acabaron con los estilos periodísticos tradicionales.

    Ahora es difícil ponderar una nota que se gana en el ejercicio diario. Tras una nota que es ‘exclusiva’ hay decenas de fake news (notas falsas) que pululan en las redes.

    Creer o no creer en las notas periodísticas, no es cuestión de enfoque, lo que si queda claro, muy claro, es que los intereses políticos son demasiados para tener una prensa que libre los compromisos económicos y anteponga la mentira sobre los principios de la ética.

    Después de todo este entuerto electoral que no se ha definido aún, seguirá el escrutinio de los medios de comunicación que están feneciendo por las nefastas políticas editoriales que adoptan los dueños de esos negocios de la comunicación.

    Lo estaremos observando a su tiempo, porque ya no falta mucho…

    Rafael Navarro

    Periodista y Analista Político.

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