Esta semana tuve la oportunidad de escuchar a un médico burlarse de sus pacientes. Tristemente, no es la primera vez que lo hace. Es más, el compartir experiencias que resalten las limitantes educativas, económicas y sociales de los pacientes, es su hobby favorito.
Sé que su objetivo es invitar a la burla; y lo hace bien, ya que compañeros y amistades -de esta profesión- se encargan de ensalzar las anécdotas y de compartir las propias.
Cuando escuchaba sus historias, no podría dejar de preguntarme sobre su educación universitaria. ¿Será que no les ofrecieron alguna clase de ética, salud pública o salud comunitaria? ¿Será que, entre tantas clases, olvidaron hacer mencionar que se atenderían personas con distintos perfiles, realidades y retos?
La mayoría de los médicos participantes en la plática llevan escasos años como egresados, lo cual indica que están iniciando su carrera laboral ignorando que su cliente es -antes de todo (diagnóstico, enfermedad, tratamiento)- una persona.
Es una persona que, en nuestro país, su derecho a la salud depende de si es asalariada o jubilada; de si es autoempleada y acude a servicios como el Seguro Popular, o bien, de si tiene acceso al servicio privado. En otras palabras, una persona cuyo derecho a la salud está condicionado a su situación laboral. (Ya no suena tan “derecho”, ¿verdad?)
Una persona que, que vive en uno de los países que menos invierte en salud. Y, aunque la Ley General de Salud señala que tiene derecho a una atención de calidad, a cargo de personal profesional y capacitado; se ve en la necesidad de acudir a una institución o empresa a cargo de un recién egresado que discrimina y le molesta tratar con personas que no cumplen con ciertas características sociales, económicas y educativas. Un egresado cuya ética laboral no represente a la profesión médica.
¿Será que estos médicos se burlan, porque los pacientes no cumplen sus expectativas? ¿Será que se burlan porque desconocen la realidad de sus clientes? O ¿será que se burlan porque prefieren enfocarse en las carencias de sus pacientes, antes de darse cuenta de las carencias, limitantes y retos de la profesión qué eligieron?
Los pacientes llegan a estos médicos, no por preferencia, sino porque son la única opción a la que tienen acceso; son ellos o nada. Y lo peor, es que la atención y trato, que les ofrecen estos médicos, deja en claro por qué deben ser considerados la última opción.
Necesitamos profesionales en la salud, que (desde su educación universitaria) comprendan que su trabajo consiste en ofrecer un servicio médico a personas que seguramente no serán, actuarán, ni pensarán como ellos. Personas que no quieren ir a recibir una atención “peor es nada”, sino una atención con respeto, profesionalismo y calidad.
Ya tenemos suficientes egresados de medicina jugando a ser doctores, es tiempo de tener más médicos dignos de ser representantes de su profesión.
Titulada en Diseño gráfico y pasante de la Maestría en Acción Pública y Desarrollo Social. En su experiencia destaca el ser co-fundadora de una asociación civil y ser miembro fundador de una red de agrupaciones juveniles. Ganadora del Premio Nacional UVM por el Desarrollo Social, cuenta además con el Premio Estatal de la Juventud, el Reconocimiento a Mujer del Año de Ciudad Juárez y la mención de Mujer Líder de México.
