“La experiencia del Festival Interfaz- ISSSTE 2016 fue un suceso importante que ha determinado mi vida para bien en distintos sentidos. Lo principal es que realmente, como nos lo hicieron saber, es una catapulta hacia la escritura profesional: no basta con decir que se escribe y mantenerlo oculto, se debe pensar en proyectos y tener disciplina, crear vínculos con los jóvenes escritores de otros Estados que, finalmente, son nuestra generación.
La práctica de la lectura entre contemporáneos me parece importante y saber que realmente hay mucho talento entre ellos contagia de ganas de seguir escribiendo.
La mayoría de los presentes llegamos ahí por la convicción de la escritura en nosotros, pero no sólo se creó un compromiso de lectura y proyectos en conjunto, sino que se creó súbitamente un compañerismo que culminó en amistad. No puedo sino recordar a Interfaz con un dulce sabor de boca y es por eso que marca, no sólo en mí, un punto en nuestra vida en el que definitivamente afirmamos nuestro compromiso con la profesionalización de lo que hacemos.”
Mis recuerdos son una ruina
Piedras que se desvanecen en el tiempo
al transcurrir las mil huellas
por el sendero de las sacerdotisas.
Las ruinas que han visto el vuelo de los halcones
y los ríos cubiertos de cuerpos fragmentados.
Los cuadernos con las medidas de los edificios nuevos.
La lista de las drogas diarias para el Zeus de la familia.
Me levanto con la nariz hinchada de polen,
las botas boleadas de barro y plomo,
la pesadez como cortinas de una bodega
cerrando mis ojos.
Mis recuerdos son una ruina
que persiste
que se postra en la presencia del adiós
al final
sólo se fija en el diálogo interno de una niña.
Me levanto.
Apenas comienzo a destensar los músculos
me acuesto otra vez.
Mi cuerpo es el sacrificio perpetuo de la ruina.
Plegaria de la escafandra
Que no se me permita observar pasar mi vida
sin acariciar las suavidades y las asperezas,
sólo el cristal de un ferrocarril que está vacío.
Quiero ser con mis manos
respirar a través del paso de mis pies
medir el tiempo con el sonido del caballo que galopa
con el undívago movimiento de las olas.
No se me castigue:
existir en un cuerpo muerto
entre telarañas y musgo.
Anhelo prender mis propias veladoras.
El Grande
a Armando
A media voz el nombre
de entre todos uno
el sustantivo propio.
La terrible finitud de un cuerpo
congoja del adiós en el semidesierto
madre huérfana, piedra angular.
Madera incierta navegante: yo
y mis pies espumosos
yo y la sonata del mar.
Alta figura rupestre de un pueblo
el nombre y un gerundio en una lápida
el humo que sale de un pulmón perforado.
¿Queda algo? Odio-adiós/Odio-a-dios
la injusticia en las manos
el nombre cerrado en el expediente.
Cambio de domicilio
Ayer la carta que te envié se extravió
el cartero ha llorado
hace años que no veía los nombres
dos enamorados en un mismo sobre.
Destinatario, remitente.
Murió a causa de amor ajeno:
mi carta no tocó tus manos
y se perdió mi secreto
también lo he olvidado.
En su recuerdo busco tu nombre
la propaganda que llega a mi puerta
el recibo de luz
los carteles pegados de cosas encontradas.
Mas se esconde
solo las líneas de una letra ininteligible
no hay sonido, no significado.
¿cuál es el secreto?
¿Hablaba de un viaje?
Castillos y bosques
las espinas son insuficientes para el misticismo
no tengo puntas suficientes en mi carne.
La respuesta
líneas cursivas en casa del cartero
la creencia de un rito
la certeza, un sacrificio.
Escritora, feminista y periodista de Ciudad Juárez, sobreviviente de la guerra contra el narco, egresada de la Universidad Autónoma de Chihuahua, reportera desde el 2009; ha trabajado para distintos medios de comunicación y su trabajo literario ha sido publicado en Ecuador, en Perú y en distintas partes de México.