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    abril 20, 2024 | 0:51

    Un Mundo Más Feliz Que Nunca

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    Desde hace muchos años existe la idea de que los organismos del poder tienden a la creación de una sociedad completamente controlada. Un mundo donde el ciudadano ha perdido definitivamente su individualidad para ser monitorizado en todas las facetas de su vida. Una tesis coherente con el desarrollo de la Historia, la idiosincrasia de la Autoridad y las traumáticas experiencias totalitarias del siglo XX. Creencias reforzadas por la admiración que despiertan los clásicos literarios “1984” y “Un Mundo Feliz”. Dos novelas escalofriantemente visionarias que son fundamentales para cualquier crítico del sistema. Según algunos “teóricos de la conspiración”, algunas de esas herramientas para el dominio de las masas se implantarían de manera brutal contra la voluntad de las personas que desean ser “libres”.

    Unos días atrás leí un extenso artículo en la revista Time sobre el nuevo reloj de Apple. Un dispositivo que el poder mediático y publicitario de la compañía promete convertir en un hito mercantil. La intención de Tim Cook es trasladar las funciones de todos los dispositivos portátiles conocidos a nuestra muñeca. Según la compañía, el nuevo reloj mantendrá una relación “íntima” con el usuario. Un aparato que no sólo nos mantendría comunicados con internet sino que además nos serviría de agenda, nos permitirá pagar en determinados establecimientos, registrará dónde hemos estado, cuántas calorías hemos comido, cuántas hemos quemado, cuál es nuestro ritmo cardíaco…  Literalmente poner en nuestras manos el registro de nuestra vida. El fin con el cual el producto está intentando ser vendido es el de “facilitar” nuestro día a día. Hacernos más conscientes del cuerpo y de cómo organizamos el tiempo.

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    La idea resulta atractiva. Nuestra naturaleza nos ha predispuesto evolutivamente para registrar toda la información posible. De hecho, somos discos duros en carne y hueso. Necesitamos recordar pero como la memoria es un dispositivo imperfecto y fallido, debemos acudir a elementos externos y más fiables. De ahí surgió la escritura, las ciencias y el arte. Para crear una especie de memoria universal. Y aunque sea a diferentes niveles de acceso, Internet es el gran almacenador de todo el saber del mundo. Y por primera vez en la Historia, el ser humano va a poder registrar totalmente su vida. El hombre del futuro quizás tenga una existencia, de principio a fin, totalmente digitalizada. Progresivamente existe la posibilidad de que nos fusionemos con la máquina y traspasemos las funciones vitales de nuestro cerebro a un sistema nervioso digital. Un futuro donde la experiencia no registrada en lenguaje binario jamás haya existido y el recuerdo deje de ser una interacción neuronal para convertirse simplemente en un álbum de Instagram.

    Fuera de especulaciones, lo cierto es que la red carece de seguridad. Sabemos que nuestra información más confidencial es totalmente transparente para un buen hacker. Y por tanto, puede serlo para cualquiera que desee saber más sobre nosotros. Incluso se pueden utilizar los sistemas de grabación de los dispositivos móviles. Es decir, que nuestros teléfonos y portátiles pueden estar mostrando a un pirata informático en directo lo que estamos haciendo. Sin ser conscientes de ello.

    Pero lo más terrible no es vivir totalmente expuestos. Lo grave es que somos conscientes de ello y no nos importa. Internet y las redes sociales nos hacen un buen uso y obviamos el peligro. Demasiados usuarios proveen más información de la necesaria. Dejamos en el ciberespacio el rastro de dónde hemos estado, cuando, con quién y qué hemos hecho. Compartimos nuestras reflexiones sin ser conscientes de que éstas pueden volverse en un determinado momento contra nosotros. Hitler y Stalin habrían preferido el iPhone a la “Bomba H”. De hecho, en países como China ya es una herramienta para justificar detenciones y encarcelamientos de “contrarrevolucionarios”. Y aunque sean anticonstitucionales, las nuevas leyes españolas han tomado el mismo viraje. La policía ya puede investigar a los perfiles de quiénes convoquen manifestaciones y hagan “apología” del terrorismo.

    Dispositivos como el propuesto por Apple, y los que vendrán, quizás hagan un gran uso personal. Pero también están poniendo en riesgo la confidencialidad de nuestra existencia. Muchos pensarán que no tienen nada que ocultar y que sus vidas no interesan a nadie. Creemos que el espionaje o el robo de nuestros datos carecen de utilidad para el Gobierno o la policía. Sin embargo, obviamos que quiénes pueden estar más interesados en nuestra información son las grandes compañías. Algo que puede notarse desde hace tiempo, donde los anunciantes de las webs a veces nos ofrecen productos en los que estamos interesados. En realidad, empresas como eBay, Amazon o Google han pirateado legalmente nuestros ordenadores para saber lo que queremos comprar. Hemos aceptado, en esos contratos cibernéticos que jamás nos detenemos a leer, la instalación de herramientas informáticas que registran nuestras búsquedas y desarrollan logaritmos para ofrecernos sus porquerías de manera personalizada. Para descargar la nueva versión de Facebook en móvil hay que aceptar el “derecho” de la compañía a acceder a tus mensajes privados. Es decir, las conspiraciones orwellianas son ya una realidad que hemos asimilado naturalmente.

    En un mundo donde las ideologías y la política tradicional están difuminándose, las transnacionales parecen posicionarse como los nuevos Gobiernos. Un mundo donde posiblemente no se nos fuerce a pensar o seguir unas directrices de comportamiento sino a comprar o mantener unas pautas fieles de consumo. Sería interesante tener vivos a Orwell y Huxley para que nos diesen su opinión sobre la sociedad actual. Seguramente se sorprenderían de que el “soma” finalmente sólo sea la satisfacción de unos cuantos “me gusta” en nuestro último “selfie”. Alcanzar el “Mundo Feliz” fue más sencillo de lo que parecía. La realidad siempre superará la ficción.

    Diplomado en cine e imagen en Madrid, desde siempre compaginó la escritura con la fotografía. Ha rodado varios cortometrajes de bajo presupuesto y participado en diversas exposiciones colectivas e individuales. También colabora con varios medios locales periodísticos y radiofónicos, tanto españoles como estadounidenses. Habitualmente publica algunos de sus trabajos en el blog www.desfabricadoenchina.blogspot.com.

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