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    marzo 29, 2024 | 6:01

    Cuando gobierna un sicópata

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    De acuerdo a una versión publicada en el Diario de Chihuahua –confiable, por cierto- el político, Alejandro Gutiérrez Gutiérrez, La Coneja, tuvo la oportunidad de utilizar un teléfono (¿de la prisión? ¿de su abogado? ¿de algún reo con privilegios?), hablar a la redacción del periódico, propiedad de Osvaldo Rodríguez y otorgar una entrevista exclusiva que conmocionó a los políticos mexicanos que siguen el caso.

    Gutiérrez, que de acuerdo a una formación genética de su rostro parece un ‘conejo’ (extrañamente le dicen la coneja), logró esquivar las leyes de seguridad carcelaria para establecer que “es un preso político” del “sicópata” Javier Corral, así lo dijo él.

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    Hace unos días, el ex secretario general adjunto del CEN del PRI, originario de Coahuila y ex diputado federal que “alguna vez” convivió con Javier Corral, se convirtió en un especie de pelota de futbol, en un penoso episodio de la vida nacional cuya humanidad estuvo entre la federación y el estado: “tuya mía, te la presto” y al final “tirititito”; la coneja quedó “donde las arañas tejen su nido”.

    Fue entonces que el político decidió utilizar un teléfono (celular, de cabina, satelital, de la prisión) y se comunicó al Diario de Chihuahua para dar la exclusiva a la empresa periodística que sostiene una abierta guerra en contra de Javier Corral Jurado.

    La entrevista fue realizada por un reportero que ¿no salió a trabajar? ¿estaba haciendo una nota rezagada? y tuvo tiempo para atender la llamada de la coneja que, del otro lado del auricular, se presentaba el ‘David Alfaro Siqueiros’ de la dinastía corralista; el Nelson Mandela de la historia negra del mundo; “El Torito” de ficción de nuestro cine.

    El reportero estaba listo con la grabadora y se llevó la exclusiva.

    Mientras tanto, frente a las cámaras de televisión gubernamentales, imitando el discurso ‘matraquero’ de la década de los 50’s, con el tono de voz solemne que oímos hasta en los huecos de la sopa de ‘conchitas’, como una reverberación política que se repite diariamente, el gobernador Corral daba cuenta de la historia de alias La Coneja.

    Ya no nos dijo “les habla su gobernador del Estado” (gracias a Dios) sino que nos llamó ‘ciudadanos’ y ‘ciudadanas’ (el enfadoso uso del género que lingüistas y académicos nos dicen que no se debe de utilizar) y luego refirió la intención malévola y perversa de Enrique Peña Nieto de intentar llevarse a Alejandro Gutiérrez

    Y aprovechó para acusar al juez federal Gerardo Moreno de cometer “tracaladas” para llevarse a la Ciudad de México a alias la coneja con la intención de exonerarlo.

    El objetivo que busca Peña Nieto y su juez de consigna, según la versión de Javier Corral es excarcelar de Alejandro Gutiérrez, a quien se le brindaría protección del gobierno federal y garantizar así la impunidad. ¿Los instauradores de este peloteo?: el presidente de la República, el CEN del PRI y ¡señores y señoras!… César Duarte.

    De acuerdo a la versión de Corral, el presidente –Peña Nieto quieren lograr su objetivo antes de las elecciones, ya que La Coneja es una pieza clave para incriminar al mismísimo inquilino de Los Pinos, pues se aplica el principio lógico: si en Chihuahua se desviaron 250 millones a las campañas tricolores, la maniobra se replicó en otras entidades de la república mexicana.

    De allí que se instruyera al fiscal general del Estado a que moviera las tanquetas, las unidades artilladas y blindadas, que convocara a cientos de policías estatales y ministeriales, para evitar que La Coneja cambiara de guarida.

    Y allí estamos, hundidos como Estado. Observando y deleitándonos con una telenovela ‘oficial’ que nos hace reír e indignarnos. Es cuando nos damos cuenta la permisividad de la justicia. Los delincuentes, en este caso alias la coneja, pieza clave en el desvío de recursos hacia las campañas priistas, en un plan orquestado desde la presidencia de la república, pueden dar declaraciones porque, en el fondo, el interno del penal de ‘Aquiles Serdán’ se considera un preso político.

    El inquilino del Cereso número 1, exige que un juez federal y la Comisión Nacional de Derechos Humanos atiendan mejor su caso. Porque “no confía” en la CEDH y no confía en el juez local que lleva su caso. No confía en nadie.

    El alias la coneja, Alejandro Gutiérrez, en entrevista, denunció que Javier Corral lo quiere volver loco. Textualmente dijo que “a las presiones naturales derivadas de estar recluido en el Cereso, se han sumado a otras ejercidas con la intención de alterar su estado de salud por la vía psicológica”.

    Teme un día levantarse y sentirse una ardilla que deambula por Los Pinos; o sentirse La Greta, la la perra labrador de la raza golden retriever, que es la primera perra del Estado.
    A la presión sicológica el también empresario denunció que durante dos meses no pudo hablar o salir de su celda, aunque admitió que actualmente tiene autorizadas las visitas, como cualquier otro reo, todos los sábados.

    Alias la coneja se considera un preso inocente y político. “Todo es creado en una mente enferma, perversa (de Javier Corral), que tiene temor de las consecuencias que habrán de resultar cuando salga a la luz pública la verdad de esta farsa. Corral debe estar muriéndose de miedo de que se aclare su mentira”, expresó el preso del penal de Aquiles Serdán.

    Indicó que desde su perspectiva, Javier Corral asume características que podían encajar en la evaluación de un psicópata, por lo que dijo sentir temor, toda vez que su seguridad ha estado en riesgo en el penal.
    “Lo he denunciado porque por supuesto que temo por mi integridad física… Por supuesto que sí”.
    La ciencia dice que un psicópata está definido como una persona que es “más o menos psicopática”. Hay varios comportamientos y características que son relativamente comunes entre los psicópatas. Las personas con trastorno psicopático o psicópatas, suelen estar caracterizadas por tener un marcado comportamiento antisocial, una empatía y remordimientos reducidos, y un carácter desinhibido. Afín a todo lo antedicho es la personalidad sádico narcisista o de narcisismo maligno.

    Así de fácil es en México hacer política. En el tiempo de gobierno de Vicente Fox, se argumentó que sufría severos trastornos de personalidad. El ex presidente fue considerado narcisista e histriónico, además de histérico. El secretito presidencial se conoció al leer el expediente de 37 páginas que tiene en su poder el Vaticano en la solicitud de divorcio religioso promovido por Lilián de la Concha, ex esposa de Fox. Para regular la actividad diaria, el panista tomaba tafil.

    El tafil es un tranquilizante que tiene diversas aplicaciones en padecimientos relacionados con la ansiedad y la depresión. Sirve para la ansiedad simple, la irritabilidad, los trastornos de ansiedad generalizada, padecimiento constante de ansiedad que provoca dificultad para concentrarse, inquietud y otros síntomas que dificultan la vida diaria.

    Un caso parecido es el de Patricio Martínez. El personaje ha deambulado entre la política y el empresariado sumido en una ira descomunal, enfermiza, que fue una práctica común en su gobierno.

    Los estallidos se convirtieron en el toque diferencial de ese gobierno. Un día, en Ciudad Juárez, confrontó al periodista Ever Chávez, de Radio Net porque tomó una fotografía donde Patricio Martínez aparecía detrás de las rejas en la inauguración de una cárcel municipal. Ordenó que se borrara la fotografía y regañó al güerito Chávez.

    En forma inmediata, llamaron a Francisco Ibarra, Paco a quien le recriminaron la actitud del reportero y le exigieron que no volvieran a enviarlo a las giras del gobernador.

    Era común que su representante de gobierno, en aquel entonces Álvaro Navarro apareciera en las redacciones de los medios informativos solicitando la exclusión de las notas informativas que habían alterado al gobernante.

    Los trastornos mentales se remontan a ex presidentes de la república, como Gustavo Díaz Ordaz, de acuerdo al relato del libro biográfico ‘Disparos en la Oscuridad’, de Fabrizio Mejía Madrid, que describe a un personaje, dentro y fuera del poder, con delirio de persecución.

    Dos personajes del gobierno estatal sufrieron parálisis facial durante el periodo de gobierno, ambos por los mismos motivos: enfrentar situaciones críticas.

    El primero fue Saúl González Herrera. Llegó al poder político con la visión de gobernar bajo el principio autoritario de la vieja guardia. Un día, al salir de casa, una turba de panistas lo esperaba y lo siguió, en medio de gritos estridentes, en una caminata de 100 metros hasta que pudo abordar la unidad oficial.

    El gobernante, molesto por los gritos de “¡corrupto!” y “¡Barrio sí, Baeza no!” alteraron al gobernador que escuchaba en sus oídos a las bravas mujeres panistas. El gobernante irritado, gritaba a los miembros del PAN “¡fanáticos!”.

    El coraje le duró todo el día. Ya por la noche tuvo que ser internado de emergencia por una parálisis facial que habría de prolongarse por meses. El médico ordenó sesiones terapéuticas a través de un foco y masajes faciales.

    El gobierno del Estado instaló una sala de terapia a un lado de la oficina del secretario general de gobierno a donde acudía el gobernante varias veces el día. El ex gobernador sustituto Saúl González Herrera era acostado en una camilla y allí, unos jóvenes especialista en terapias, trabajaban con el rostro del político priista.

    Un mismo padecimiento nervioso enfrentó el ex gobernador José Reyes Baeza. El gobierno y el propio político informaron que un virus gripal había dañado la cadena nerviosa del lado izquierdo del rostro del deliciense.

    La otra versión, no oficial, es que la casa de gobierno, donde vivía Reyes Baeza y su familia, fue vulnerada por un grupo del crimen organizado que ingresó sin problema alguno a la residencia oficial y amagó al gobernante por causas que nunca fueron aclaradas. La seguridad no intervino porque fue superado en “huevos y número”, según relató uno alto funcionario de ese gobierno.

    Y la novela continúa. Javier Corral denunció al juez Moreno de ordenar el traslado del ex secretario adjunto del PRI a la Ciudad de México y aseguró también que Gutiérrez Gutiérrez, si habla, podría incriminar al propio presidente Enrique Peña Nieto.
    “Este objetivo se ha instruido desde el más alto nivel del Gobierno Federal, el presidente de la República, y quieren lograrlo a como dé lugar antes de las elecciones, porque Gutiérrez es una pieza clave en diversos hechos de corrupción política de la administración de Peña Nieto, que de llegar la justicia hasta sus últimas consecuencias, podría incriminar al mismísimo presidente y a algunos de sus secretarios de estado”, manifestó el gobernador en tono solemne.

    La historia no ha terminado. Falta más. Hoy nos desayunamos con las cartas de Antonio Enrique Tarín García y Gerardo Villegas Madriles, cómplices de César Duarte.

    La carta dice que “hasta el día de hoy nos encontramos secuestrados por el Gobierno del Estado de Chihuahua, quien ha dado firmes instrucciones a custodios del Cereso de disparar contra todo aquél que quiera dar cumplimiento a la orden del juez Gerardo Moreno García” y luego añaden “resulta incongruente y risible que el debate sobre nuestro traslado en una causa donde no tenemos ninguna participación. Se lleva a cabo entre puras partes pertenecientes y afines a los intereses del señor Javier Corral Jurado”.

    Y los políticos corruptos, encerrados por eso, por corruptos, ya olvidaron que en el sexenio pasado, ellos y su patrón, César Duarte, nos mantuvieron secuestrados, robándose el dinero del erario público y viviendo como poderosos empresarios, no obstante que representan la parte más nefasta de la truhanería.

    Y en este entuerto, esperamos más. Viviremos más historias de sicopatías y sicópatas, más declaraciones de presos políticos, enfermos mentales, pacientes siquiátricos… y como pueblo estamos dispuestos a lo que venga.

    Rafael Navarro

    Periodista y Analista Político.

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