La ironía del lenguaje es la de haber sido creado para comunicar, cuando a menudo pareciera que en realidad funciona para lo contrario. El uso tergiversado del lenguaje enmascara dobles y hasta triples intenciones, siendo las más comunes el lucro o el adormecimiento de la conciencia colectiva. Si el lector me ha seguido hasta aquí, podrá constatar que los argumentos falaces son variopintos y muy comunes, por lo que hoy expondré uno más.
Argumento de consecuencias adversas (ad consequentiam): Puede ser una argumentación en dos sentidos, siendo el más común de ellos el que el argumento es falso porque de ser cierto tendría consecuencias negativas (y el segundo sentido aplica para lo contrario). Sin duda los más avezados habrán ya entendido el truco que encierra, pues la autenticidad de un argumento no depende de sus consecuencias. Este tipo de falacias son usadas comúnmente para justificar la presencia de una “mano” ajena al proceso que está siendo descrito, y que de alguna manera da un toque definitorio, más allá de los implicados. En otras palabras, es un argumento muy utilizado en el ámbito religioso (aunque no es exclusivo del mismo).
Es común escuchar que sin la existencia de un dios, la vida no tendría un propósito. Ergo: debe de existir dios. El problema comienza si se hace la argumentación contraria (si la vida no tiene un propósito definido, entonces dios no debe existir), lo que deja muy mal parado al argumentador puesto que la tesis es teóricamente “lógica” en un sentido o en el otro, si aceptamos el razonamiento de la misma. Abundando en esto último, es necesario comprender que las nociones del bien y del mal, de los propósitos y de los sentidos de la vida junto con una larguísima lista de conceptualizaciones son meros constructos sociales, y como tales se adaptan a la época y lugar de quienes los enuncian. El hecho realmente concreto es que la vida, el universo, los tomates de la huerta de mi tío Rubén y los caribúes de la estepa canadiense por si mismos SON, más allá del sentido y/o explicación que los humanos les demos. El planeta Tierra tiene la forma de un esferoide y gira alrededor del Sol por la influencia de su campo gravitatorio, más allá de si algunos de los humanos pensamos que vivimos en un planeta en forma de disco, el cual está montado sobre el lomo de unos elefantes que a su vez reposan en el caparazón de una gigantesca tortuga que se mueve para donde le place. Suponiendo, sin conceder, que efectivamente dios existe para darle un propósito a nuestra existencia, si analizamos los “propósitos” que las personas nos planteamos en diferentes épocas y lugares deberíamos concluir que o dios tiene un serio problema de neurosis, o estamos todos tergiversando seriamente sus ordenanzas. Ruego a quien lea estas líneas que no me malinterprete. Respeto profundamente el concepto que cada persona tenga de la deidad y del cuerpo de “testimonios” que llamamos religión organizada, pero la tesis expuesta anteriormente es un supuesto que se cae por sí mismo.
Permítaseme ser redundante: el que la consecuencia de un hecho sea deseable o indeseable, útil o inútil, valiosa o no, depende totalmente de la óptica del observador. La verdad de los acontecimientos no confiere sustantivos sino que refuerza leyes (en el sentido estricto de la palabra), y esto es aplicable a todas las facetas de la existencia. Recuerdo que una persona hace unos meses me argumentaba que cierto político con cuantiosos recursos materiales estaba forzosamente buscando el bienestar de los ciudadanos, pues “estaría descansando en su casa sin gastar tanto dinero si no fuera así”. Creo que la sonrisa sarcástica que se dibujó en mi rostro segundos después de tan “contundente” argumento fue demasiado evidente. Invito a quien me lee a que ejerza su capacidad crítica ante enunciados semejantes al votar el próximo año, así como el buscar mi siguiente participación en este medio la próxima semana.
¡Alea iacta est!*
Ingeniero Químico y Licenciado en Educación, con Maestría y Doctorado en Ingeniería Ambiental.
Catedrático universitario y empresario emprendedor en productos con valor científico agregado. Analista político y Rector de la Academia Superior de Estudios Masónicos (ASEM) de la Gran Logia “Cosmos” del Estado de Chihuahua. Líder del Comité de Participación Política “Salvador Allende”.
*La suerte está echada
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